Representantes de la ontologia medieval y su problema.
katerin gonzalez ayala. grado 11 profesor: Alexander Wilches.
jueves, 18 de agosto de 2011
jueves, 11 de agosto de 2011
La época medieval se caracterizo por el surgimiento de filósofos cristianos, quienes intentaron acomodar la idea de la Physis a la de Dios. Es decir que para ellos la physis es la creación. La doctrina cristiana se constituyo por dos dogmas principales, el dogma trinitario, en el cual en Dios hay una sola sustancia en tres personas distintas y el dogma cristológico, que distingue una sola persona, Cristo, como hombre y Dios perfecto, unión de las dos naturalezas divina y humana.
En esta época se tomaron las mismas categorías metafísica griegas y se adecuaron al cristianismo, por lo que es criticada por ser una época oscura para la filosofía.
Para los escolásticos medievales el objeto propio de la metafísica fue un motivo de gran preocupación y se ocuparon en gran medida de las relaciones entre la metafísica y la teología. Agustín de Hipona reconcilia el pensamiento platónico con el dogma cristiano, esta obra se resume en la sentencia de “cree para entender”, pues la verdad buscada por la filosofía era Dios, y su acción intelectual quien es Cristo. En ontología San Agustín identifico a Dios con Ser, por ser el la identidad, la esencia. Dios es para el la inteligencia que contiene las ideas de las cosas del mundo sensible, esto significa que todas las cosas son obra e inspiración del El.
En la época medieval cabe destacar dos corrientes contrarias, el realismo y el normalismo, que intentaban dar respuesta a la pregunta sobre los universales. Los realistas pensaban que lo universal existe como una sola cosa, y que la existencia de las cosas estaba premeditada por la existencia de los universales. El más importante realista fue Santo Tomás de Aquino. El describió la metafísica como “la ciencia de la verdad, no de cualquier verdad, sino de aquella verdad que es el origen de toda la verdad, esto es, que pertenece al primer principio por el cual las cosas son. La verdad que pertenece a tal principio es, evidentemente, la fuente de toda la verdad” (Contra Gent., I, 1,2). Esto da como resultado que Dios sea el objeto de la metafísica y a la vez sea el estudio de el ser o el ente, lo que da a pensar en una subordinación ante la teología por parte de la física, que es justificada por Santo Tomás por un acuerdo fundamental entre estos dos que dan como resultado la metafísica. Para Santo Tomás el propósito de la metafísica era el conocimiento de Dios a través de los seres finitos sensibles.
Los nominalistas, al contrario, consideraban los universales como irreales y abstracciones del pensamiento, pues para ellos pensar en la realidad de los universales era limitar la inteligencia y el poder de Dios.
El principal nominalista fue Guillermo de Ockham, quien considero a los universales como meros instrumentos del lenguaje que tomaban el lugar de las cosa cuando se hablaba de ellas. Lo universal eran simples términos para designar las cosas.
En esta época se tomaron las mismas categorías metafísica griegas y se adecuaron al cristianismo, por lo que es criticada por ser una época oscura para la filosofía.
Para los escolásticos medievales el objeto propio de la metafísica fue un motivo de gran preocupación y se ocuparon en gran medida de las relaciones entre la metafísica y la teología. Agustín de Hipona reconcilia el pensamiento platónico con el dogma cristiano, esta obra se resume en la sentencia de “cree para entender”, pues la verdad buscada por la filosofía era Dios, y su acción intelectual quien es Cristo. En ontología San Agustín identifico a Dios con Ser, por ser el la identidad, la esencia. Dios es para el la inteligencia que contiene las ideas de las cosas del mundo sensible, esto significa que todas las cosas son obra e inspiración del El.
En la época medieval cabe destacar dos corrientes contrarias, el realismo y el normalismo, que intentaban dar respuesta a la pregunta sobre los universales. Los realistas pensaban que lo universal existe como una sola cosa, y que la existencia de las cosas estaba premeditada por la existencia de los universales. El más importante realista fue Santo Tomás de Aquino. El describió la metafísica como “la ciencia de la verdad, no de cualquier verdad, sino de aquella verdad que es el origen de toda la verdad, esto es, que pertenece al primer principio por el cual las cosas son. La verdad que pertenece a tal principio es, evidentemente, la fuente de toda la verdad” (Contra Gent., I, 1,2). Esto da como resultado que Dios sea el objeto de la metafísica y a la vez sea el estudio de el ser o el ente, lo que da a pensar en una subordinación ante la teología por parte de la física, que es justificada por Santo Tomás por un acuerdo fundamental entre estos dos que dan como resultado la metafísica. Para Santo Tomás el propósito de la metafísica era el conocimiento de Dios a través de los seres finitos sensibles.
Los nominalistas, al contrario, consideraban los universales como irreales y abstracciones del pensamiento, pues para ellos pensar en la realidad de los universales era limitar la inteligencia y el poder de Dios.
El principal nominalista fue Guillermo de Ockham, quien considero a los universales como meros instrumentos del lenguaje que tomaban el lugar de las cosa cuando se hablaba de ellas. Lo universal eran simples términos para designar las cosas.
Representantes
A lo largo de toda la Edad Media, la concepción ontológica dominante fue una en la que el ser de cada cosa particular estaba
determinado por la clase a la que ésta pertenecía. Prueba de ello la encontramos en
uno de los textos básicos del programa educativo medieval: el Isagoge de Porfirio,
compuesto a fines del siglo III como una introducción a las Categorías de
Aristóteles. En efecto, el Isagoge, las Categorías y De la interpretación (éste último
también de Aristóteles), fueron los libros canónicos de la lógica medieval desde
principios del siglo VI, luego de ser traducidos al latín por Boecio. Cuando en el
siglo XII fueron recuperados y traducidos los demás tratados de Aristóteles en el
campo de la lógica (Analíticos Anteriores, Analíticos Posteriores, Tópicos y
Refutaciones Sofísticas), todos estos libros pasaron a formar parte del curso básico
de lógica medieval, conocido como el Organon. En el Organon quedaban
plasmados los principios del método de investigación propio de la filosofía
medieval, pero también su conexión con una cierta ontología que servía de
fundamento a tales principios. Así, cuando Porfirio, en su Isagoge, intenta aclarar el
significado de algunas nociones fundamentales de las Categorías —género, especie,
diferencia específica, propiedad y accidente— lo hace dibujando una división
jerárquica del ser que va desde sus niveles más abstractos y generales, hasta sus
niveles más particulares y específicos:
La sustancia es, de por sí, un género; bajo ella está el cuerpo; y bajo el cuerpo, el
cuerpo animado, bajo el que está el animal, bajo el que está el hombre, bajo el que
están Sócrates, Platón y los hombres particulares. De éstos, la sustancia es el
género más alto, y es sólo género, mientras que el hombre es la especie más baja, y
es sólo especie. El cuerpo es una especie de sustancia, pero un género de cuerpo
animado. El cuerpo animado es una especie de cuerpo, pero un género de animal.
Animal es una especie de cuerpo animado, pero un género de animal racional.
Animal racional es una especie de animal, pero un género de hombre. (Porfirio,
Isagoge;)
determinado por la clase a la que ésta pertenecía. Prueba de ello la encontramos en
uno de los textos básicos del programa educativo medieval: el Isagoge de Porfirio,
compuesto a fines del siglo III como una introducción a las Categorías de
Aristóteles. En efecto, el Isagoge, las Categorías y De la interpretación (éste último
también de Aristóteles), fueron los libros canónicos de la lógica medieval desde
principios del siglo VI, luego de ser traducidos al latín por Boecio. Cuando en el
siglo XII fueron recuperados y traducidos los demás tratados de Aristóteles en el
campo de la lógica (Analíticos Anteriores, Analíticos Posteriores, Tópicos y
Refutaciones Sofísticas), todos estos libros pasaron a formar parte del curso básico
de lógica medieval, conocido como el Organon. En el Organon quedaban
plasmados los principios del método de investigación propio de la filosofía
medieval, pero también su conexión con una cierta ontología que servía de
fundamento a tales principios. Así, cuando Porfirio, en su Isagoge, intenta aclarar el
significado de algunas nociones fundamentales de las Categorías —género, especie,
diferencia específica, propiedad y accidente— lo hace dibujando una división
jerárquica del ser que va desde sus niveles más abstractos y generales, hasta sus
niveles más particulares y específicos:
La sustancia es, de por sí, un género; bajo ella está el cuerpo; y bajo el cuerpo, el
cuerpo animado, bajo el que está el animal, bajo el que está el hombre, bajo el que
están Sócrates, Platón y los hombres particulares. De éstos, la sustancia es el
género más alto, y es sólo género, mientras que el hombre es la especie más baja, y
es sólo especie. El cuerpo es una especie de sustancia, pero un género de cuerpo
animado. El cuerpo animado es una especie de cuerpo, pero un género de animal.
Animal es una especie de cuerpo animado, pero un género de animal racional.
Animal racional es una especie de animal, pero un género de hombre. (Porfirio,
Isagoge;)
Fuente(s)
jueves, 16 de junio de 2011
Ontologia mediaval
Iesus Maestro Sueños y Oportunidades
Katerin Gonzalez Ayala
grado:11
Jornada : Mañana
Katerin Gonzalez Ayala
grado:11
Jornada : Mañana
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